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La Palabra de Dios y el compromiso moral - 9° A - B


TEMA: 

La Palabra de Dios y el compromiso moral.

INDICADOR DE DESEMPEÑO:  Escribe algunas conclusiones argumentando como puede contribuir la Iglesia a la solución de los urgentes problemas sociales y políticos y responder al gran desafío de la pobreza y de la miseria


La Palabra divina ilumina la existencia humana y mueve a la conciencia a revisar en profundidad la propia vida, pues toda la historia de la humanidad está bajo el juicio de Dios: “Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones” (Mt 25, 31-32). 

En nuestro tiempo, con frecuencia nos detenemos superficialmente ante el valor del instante que pasa, como si fuera irrelevante para el futuro. Por el contrario, el Evangelio nos recuerda que cada momento de nuestra existencia es importante y debe ser vivido intensamente, sabiendo que todos han de rendir cuentas de su propia vida. 

En el capítulo veinticinco del Evangelio de Mateo, el Hijo del hombre considera que todo lo que hacemos o dejamos de hacer a uno sólo de sus “humildes hermanos” (25, 41.45), se lo hacemos o dejamos de hacérselo a Él: “Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” (25, 35-36). Así pues, la misma Palabra de Dios reclama la necesidad de nuestro compromiso en el mundo y de nuestra responsabilidad ante Cristo, Señor de la Historia.

PALABRA DE DIOS Y COMPROMISO EN EL MUNDO

Servir a Jesús en sus “humildes hermanos” (Mt 25, 40)

La Palabra divina ilumina la existencia humana y mueve a la conciencia a revisar en profundidad la propia vida, pues toda la historia de la humanidad está bajo el juicio de Dios: “Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones” (Mt 25, 31-32). En nuestro tiempo, con frecuencia nos detenemos superficialmente ante el valor del instante que pasa, como si fuera irrelevante para el futuro. Por el contrario, el Evangelio nos recuerda que cada momento de nuestra existencia es importante y debe ser vivido intensamente, sabiendo que todos han de rendir cuentas de su propia vida. En el capítulo veinticinco del Evangelio de Mateo, el Hijo del hombre considera que todo lo que hacemos o dejamos de hacer a uno sólo de sus “humildes hermanos” (25, 41.45), se lo hacemos o dejamos de hacérselo a Él: “Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” (25, 35-36). Así pues, la misma Palabra de Dios reclama la necesidad de nuestro compromiso en el mundo y de nuestra responsabilidad ante Cristo, Señor de la Historia. Al anunciar el Evangelio, démonos ánimo mutuamente para hacer el bien y comprometernos por la justicia, la reconciliación y la paz.

Palabra de Dios y compromiso por la justicia en la sociedad

100. La Palabra de Dios impulsa al hombre a entablar relaciones animadas por la rectitud y la justicia; da fe del valor precioso ante Dios de todos los esfuerzos del hombre por construir un mundo más justo y más habitable. La misma Palabra de Dios denuncia sin ambigüedades las injusticias y promueve la solidaridad y la igualdad. Por eso, a la luz de las palabras del Señor, reconocemos los “signos de los tiempos” que hay en la historia y no rehuimos el compromiso en favor de los que sufren y son víctimas del egoísmo. El Sínodo ha recordado que el compromiso por la justicia y la transformación del mundo forma parte de la evangelización. Como dijo el Papa Pablo VI, se trata “de alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación”.

Anuncio de la Palabra de Dios, reconciliación y paz entre los pueblos

Entre los múltiples ámbitos de compromiso, el Sínodo ha recomendado ardientemente la promoción de la reconciliación y la paz. En el contexto actual, es necesario más que nunca redescubrir la Palabra de Dios como fuente de reconciliación y paz, porque en ella Dios reconcilia en sí todas las cosas (cf. 2 Co 5, 18-20;Ef1, 10): Cristo“es nuestra paz” (Ef 2, 14), que derriba los muros de división. En el Sínodo, muchos testimonios han documentado los graves y sangrientos conflictos, así como las tensiones que hay en nuestro planeta. A veces, dichas hostilidades parecen tener un aspecto de conflicto interreligioso. Una vez más, deseo reiterar que la religión nunca puede justificar intolerancia o guerras. No se puede utilizar la violencia en nombre de Dios.334 Toda religión debería impulsar un uso correcto de la razón y promover valores éticos que edifican la convivencia civil.
Fieles a la obra de reconciliación consumada por Dios en Jesucristo, crucificado y resucitado, los católicos y todos los hombres de buena voluntad han de comprometerse a dar ejemplo de reconciliación para construir una sociedad justa y pacífica. Nunca olvidemos que “donde las palabras humanas son impotentes, porque prevalece el trágico estrépito de la violencia y de las armas, la fuerza profética de la Palabra de Dios actúa y nos repite que la paz es posible y que debemos ser instrumentos de reconciliación y de paz”.

La Palabra de Dios y la caridad efectiva

El compromiso por la justicia, la reconciliación y la paz tiene su última raíz y su cumplimiento en el amor que Cristo nos ha revelado. Al escuchar los testimonios aportados en el Sínodo, hemos prestado más atención a la relación que hay entre la escucha amorosa de la Palabra de Dios y el servicio desinteresado a los hermanos; todos los creyentes han de comprender “la necesidad de traducir en gestos de amor la Palabra escuchada, porque sólo así se vuelve creíble el anuncio del Evangelio, a pesar de las fragilidades humanas que marcan a las personas”. Jesús pasó por este mundo haciendo el bien (cf. Hch 10, 38). Escuchando con disponibilidad la Palabra de Dios en la Iglesia, se despierta “la caridad y la justicia para todos, sobre todo para los pobres”. Nunca se ha de olvidar que “el amor —caritas— siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa... Quien intenta desentenderse del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto hombre”.Exhorto, por tanto, a todos los fieles a meditar con frecuencia el himno a la caridad escrito por el Apóstol Pablo, y a dejarse inspirar por él: “el amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no presume ni se engríe; no es mal educado, ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca” (1 Co 13, 4-8).
Por tanto, el amor al prójimo, enraizado en el amor de Dios, nos debe tener constantemente comprometidos, personalmente y como comunidad eclesial, local y universal. Dice san Agustín: “La plenitud de la Ley y de todas las divinas Escrituras es el amor... El que cree, pues, haber entendido las Escrituras, o alguna parte de ellas, y con esta comprensión no edifica este doble amor de Dios y del prójimo, aún no las entendió”.
Anuncio de la Palabra de Dios y los jóvenes

El Sínodo ha prestado una atención particular al anuncio de la Palabra divina a las nuevas generaciones. Los jóvenes son ya desde ahora miembros activos de la Iglesia y representan su futuro. En ellos encontramos a menudo una apertura espontánea a la escucha de la Palabra de Dios y un deseo sincero de conocer a Jesús. En efecto, en la edad de la juventud, surgen de modo incontenible y sincero preguntas sobre el sentido de la propia vida y sobre qué dirección dar a la propia existencia. A estos interrogantes, sólo Dios sabe dar una respuesta verdadera. Esta atención al mundo juvenil implica la valentía de un anuncio claro; hemos de ayudar a los jóvenes a que adquieran confianza y familiaridad con la Sagrada Escritura, para que sea como una brújula que indica la vía a seguir. Para ello, necesitan testigos y maestros, que caminen con ellos y los lleven a amar y a comunicar a su vez el Evangelio, especialmente a sus coetáneos, convirtiéndose ellos mismos en auténticos y creíbles anunciadores.

Anuncio de la Palabra de Dios y los emigrantes

La Palabra de Dios nos hace estar atentos a la historia y a todo lo nuevo que brota en ella. Por eso, el Sínodo, en relación con la misión evangelizadora de la Iglesia, ha querido prestar atención también al complejo fenómeno de la emigración, que en estos años ha adquirido proporciones inéditas. En este punto se plantean cuestiones sumamente delicadas sobre la seguridad de las naciones y la acogida que se ha de ofrecer a los que buscan refugio, mejores condiciones de vida, salud y trabajo. Gran número de personas, que no conocen a Cristo o tienen una imagen suya inadecuada, se establecen en países de tradición cristiana. Al mismo tiempo, otras procedentes de pueblos profundamente marcados por la fe cristiana emigran a países donde se necesita llevar el anuncio de Cristo y de una nueva evangelización.
Anuncio de la Palabra de Dios y los que sufren

Durante los trabajos sinodales, los Padres han puesto su atención también en la necesidad de anunciar la Palabra de Dios a todos los que padecen sufrimiento físico, psíquico o espiritual. En efecto, en el momento del dolor es cuando surgen de manera más aguda en el corazón del hombre las preguntas últimas sobre el sentido de la propia vida. Mientras la palabra del hombre parece enmudecer ante el misterio del mal y del dolor, y nuestra sociedad parece valorar la existencia sólo cuando ésta tiene un cierto grado de eficiencia y bienestar, la Palabra de Dios nos revela que también las circunstancias adversas son misteriosamente “abrazadas” por la ternura de Dios. La fe que nace del encuentro con la divina Palabra nos ayuda a considerar la vida humana como digna de ser vivida en plenitud también cuando está aquejada por el mal. Dios ha creado al hombre para la felicidad y para la vida, mientras que la enfermedad y la muerte han entrado en el mundo como consecuencia del pecado (cf. Sb 2, 23-24). Pero el Padre de la vida es el médico del hombre por excelencia y no deja de inclinarse amorosamente sobre la humanidad afligida. El culmen de la cercanía de Dios al sufrimiento del hombre lo contemplamos en Jesús mismo, que es “Palabra encarnada. Sufrió con nosotros y murió. Con su pasión y muerte asumió y transformó hasta el fondo nuestra debilidad”.
La cercanía de Jesús a los que sufren no se ha interrumpido, se prolonga en el tiempo por la acción del Espíritu Santo en la misión de la Iglesia, en la Palabra y en los sacramentos, en los hombres de buena voluntad, en las actividades de asistencia que las comunidades promueven con caridad fraterna, enseñando así el verdadero rostro de Dios y su amor. El Sínodo da gracias a Dios por estos testimonios espléndidos, a menudo escondidos, de tantos cristianos —sacerdotes, religiosos y laicos— que han prestado y siguen prestando sus manos, sus ojos y su corazón a Cristo, verdadero médico de los cuerpos y las almas. El Sínodo exhorta a continuar prestando ayuda a las personas enfermas, llevándoles la presencia vivificante del Señor Jesús en la Palabra y en la Eucaristía. Que se les ayude a leer la Escritura y a descubrir que, precisamente en su condición, pueden participar de manera particular en el sufrimiento redentor de Cristo para la salvación del mundo (cf. 2 Co 4, 8-11.14).
Anuncio de la Palabra de Dios y los pobres

107. La Sagrada Escritura manifiesta la predilección de Dios por los pobres y necesitados (cf. Mt 25, 31-46). Frecuentemente, los Padres sinodales han vuelto a recordar la necesidad de que el anuncio evangélico y el esfuerzo de los pastores y las comunidades se dirija a estos hermanos nuestros. En efecto, “los primeros que tienen derecho al anuncio del Evangelio son precisamente los pobres, no sólo necesitados de pan, sino también de palabras de vida”. La diaconía de la caridad, que nunca ha de faltar en nuestras Iglesias, ha de estar siempre unida al anuncio de la Palabra y a la celebración de los sagrados misterios. Al mismo tiempo, se ha de reconocer y valorar el hecho de que los mismos pobres son también agentes de evangelización. En la Biblia, el verdadero pobre es el que se confía totalmente a Dios, y Jesús mismo llama en el Evangelio bienaventurados a los pobres, “porque de ellos es el Reino de los cielos” (Mt 5, 3; cf. Lc 6, 20). El Señor ensalza la sencillez de corazón de quien reconoce a Dios como la verdadera riqueza, pone en Él la propia esperanza, y no en los bienes de este mundo. La Iglesia no puede decepcionar a los pobres: “Los pastores están llamados a escucharlos, a aprender de ellos, a guiarlos en su fe y a motivarlos para que sean artífices de su propia historia”.

Palabra de Dios y salvaguardia de la Creación

El compromiso en el mundo requerido por la divina Palabra nos impulsa a mirar con ojos nuevos el cosmos que, creado por Dios, lleva en sí la huella del Verbo, por quien todo fue hecho (cf. Jn 1, 2). En efecto, como creyentes y anunciadores del Evangelio tenemos también una responsabilidad con respecto a la creación. La revelación, a la vez que nos da a conocer el plan de Dios sobre el cosmos, nos lleva también a denunciar las actitudes equivocadas del hombre cuando no reconoce todas las cosas como reflejo del Creador, sino como mera materia para manipularla sin escrúpulos. 

ACTIVIDAD DE CAMPO - (INFORME ESCRITO + ENCUESTA)

1. Analiza cuidadosamente la información de este blogs, selecciona los aspectos mas importantes y haz un escrito de (media cuartilla o media hoja)


2. De la anterior lectura formula 3 preguntas y escribeles sus respectivas respuestas


3. Observa detenidamente cada subtema de la lectura y representarlos con imágenes o dibujos (mínimo tres de esos subtemas)


4. Redacta 7 preguntas (estilo encuesta) y aplicaselas a (un amigo + un vecino + un familiar + una compañera del colegio y un profesor), luego realiza un analisis de los resultados y escribe un corto resumen de esta experiencia.


5. Explica por qué la PALABRA DE DIOS DEBE CONVERTIRSE EN UN COMPROMISO MORAL PARA TODA PERSONA, SOBRE TODO LA CREYENTE..?




NOTA: ESTE INFORME DEBE ENTREGARSE EL PRÓXIMO VIERNES 14 DE SEPTIEMBRE PARA AMBOS CURSO (9° A Y B)



Comentarios

  1. una pregunta por que dice que para el 14 de septiembre es de verdad o se equivoco de mes ??

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