MI FE SE FORTALECE EN DIOS Y LA IGLESIA En una ocasión los discípulos de Jesús, al evidenciarles Él su poca fe, le suplicaron: «aumenta nuestra fe». También nosotros, discípulos del Señor, experimentamos no pocas veces flaquear nuestra fe. Nos puede haber sucedido que, ante la prueba o debilidad, no es tan fuerte como quisiéramos. A veces, incluso, desconfiamos de Dios, nos impacientamos, dudamos de su presencia, de su amor por nosotros y nos hundimos -como Pedro- en las aguas turbulentas de nuestros miedos y temores. Esta circunstancia, sin embargo, no nos debe llevar nunca al desaliento. Por el contrario, sabemos que Dios jamás nos abandonará, y que todo esfuerzo que hagamos por acrecentar nuestra fe se origina en la invitación que Él nos hace constantemente para que nos acerquemos cada vez más a su amor. Ello quiere decir también que la fe, que por don de Dios tenemos, necesita ser alimentada, cultivada, cuidada, como se hace con una pequeña planta. L
Vivir con Autenticidad mi fe y compromiso cristiano...